Si la tarea de escribir ya es de por sí costosa, agotadora en ocasiones, imaginen si encima el libro alumbrado tras semanas de trabajo creativo fatigoso y absorbente lo firma otro. Es lo que les pasa a los ‘negros’ literarios. Escriben por encargo sobre un tema con un margen de maniobra más o menos pactado, y su producto final, el libro, se distribuye bajo la autoría de alguien que en ningún momento intervino en su elaboración, o si lo hizo fue sólo para fastidiar. Debe de ser frustrante, ¿no? “Cuánto sabría ese hombre si hubiera leído todo lo que ha escrito”, dice un chascarrillo mordaz pero lleno de certeza, o tal vez sean las palabras de alguna autoridad que desconozco. Y la cara que se le debe de quedar al verdadero autor si el libro se vende bien y los medios no paran de entrevistar –y darle de paso entidad como escritor- a quien se limitó a estampar su firma al pie del manuscrito y bajo cuya apócrifa autoría el libro es adquirido por lectores ingenuos que se creen todo lo que leen o les recomiendan algunos críticos. Así han amasado fortunas algunos escritores que no han escrito una línea en su vida, y han malvivido excelentes escritores de cuyo nombre nunca se supo. El arte, como cualquier actividad humana, no es inmune a la falsedad y la hipocresía. Pero estoy convencido de que el artista, en su afán de conocimiento y por su amplitud de miras, debe estar un peldaño por encima de la postura moral de una sociedad.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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