Me abandonaste una tarde cualquiera
Una tarde dorada de Setiembre,
Sabiendo yo que era para siempre,
Fingiendo tú que por sólo un tiempo era.
Nunca he tenido fe en el “para siempre”,
Ni en el “hasta pronto” lo tuve siquiera.
Qué poca fe di a tu “un día cualquiera
Volveré” esa tarde de setiembre.
Ahogo hoy mi pena entre limones,
Desde aquella tarde mal herido,
Aunque suene mal por “mal de amores”
Mis mandarinas me dictan mi conducta,
Si no he de ser tu bien querido
Te querré como si fueses mi difunta.
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