Hay un dinosaurio que me está comiendo la moral. O tal vez sea un dragón, porque no estoy puesto ni en historia ni en mitología. A veces pienso que es un dinosaurio y otras que es un dragón. Puede que sólo se trate de una cuestión de matices y un dragón sea un dinosaurio que lanza llamas por la boca sin quemarse; y, a la inversa, un dinosaurio sería un dragón que se ha quedado temporalmente sin combustible y no puede escupir fuego. Lo veo mayormente por la noche, en mi dormitorio, cuando el sueño se apiada al fin de mí y, con su manto compasivo, me pone a salvo de los terrores de las noches de vigilia. Es en ese impreciso instante en que el insomnio cede el sitio al sueño cuando lo veo con claridad. Es grande, de mirada firme y altiva y de porte majestuoso. Me mira con descaro, escruta mis facciones, huele mi miedo; sonríe con indulgencia y se tumba a los pies de mi cama. Si me duermo del todo, por la mañana pienso que ha sido un sueño, otra vez el mismo sueño. Si me asusto y me desvelo, desaparece. Y entonces el miedo de su presencia inopinada se vuelve terror por el desamparo que me produce su ausencia súbita, su abandono desconsolador. Me da no sé qué confesarlo, pero creo que le he tomado cariño. Cada noche al acostarme espero con nerviosismo que aparezca y se tumbe y me acompañe y me proteja mientras duermo. Como soy un incrédulo muy retorcido no creo en ángeles de la guarda, pero sí en dragones o dinosaurios de la guarda. Como soy un iluso y un cobarde, ansío y temo su cercanía por igual. Por eso mis nervios se están resistiendo de tanto dudar entre quedarme dormido y soñar que un dinosaurio cuida de mí o desvelarme y espantarlo y quedarme solo, con mi miedo y sin su compañía. La situación se me está empezando a ir de las manos. Tal vez sea que todavía no estoy preparado para confiar en dinosaurios y dragones, así que he decido buscar en Internet algo más acorde con mis aprensiones desmedidas. Creo que un unicornio estaría bien.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
Comentarios
Fuera de texto. Vengo de ver ValKiria (el último atentado contra Hitler). Creo que dijiste que te gustaba el cine. Pues no te la pierdas. Sobrecoje y emociona. Buenísima. Me ha dejado tocada, como todo lo bueno. M.J.