Es ya un tópico decir que la humanidad ha progresado sólo en la vertiente materialista, pero que en lo moral estamos igual que hace diez mil años. Yo no estoy de acuerdo para nada. En mi opinión hemos evolucionado moralmente, sólo que -al igual que ocurre en el progreso material- esa evolución ha sido mucho más acusada en algunas capas de la sociedad que en otras, lo que es coherente con la teoría evolucionista darwiniana. En los estamentos más arribistas de nuestra sociedad el criterio ético fundamental ha evolucionado en el tiempo para pasar de ser 'obra correctamente' -de acuerdo con el canon moral vigente- a 'obra de modo que luego no tengas remordimientos'. Y esto es un logro moral sin precedentes. Porque hagas lo que hagas siempre estarás a salvo de la carcoma de la culpa, y como según los sabios no hay peor juez que uno mismo, quien practique esta nueva ética siempre será inocente ante sus propios ojos, que son los que importan. Sí, ya sé que es una postura un tanto cínica y por tanto contraria a la ética, pero en el mundo en que vivimos, ¿quién sobrevive a tanto embrollo ético, político y jurídico sin caer en alguna pequeña contradicción? Es humano y hasta saludable. Además, la ausencia de culpa permite escribir a algunos de estos paladines de la nueva ética, en cuanto salen de la cárcel, un libro en el que detallan cómo han conseguido mantener la dignidad en un entorno hostil y degradante y dedicarse acto seguido a negocios turbios donde la dignidad es un valor que no cotiza. (No cuentan si mantuvieron también la virginidad, pero da igual porque estos visionarios del nuevo orden mundial ya estaban muy acostumbrados a poner el culo antes de entrar en el talego). Ahora se está fraguando el siguiente salto moral que les proporcionará la estabilidad necesaria para mantener su plutocracia ad infinitum, y que será algo parecido a 'obra como te salga de los cojones siempre que no te pillen'. A los remordimientos que le den; y al resto de la sociedad también, como siempre.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
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Un abrazo