Ir al contenido principal

Mi mundo




Aunque pueda extrañar a quien me conozca, yo fui un niño muy sensato, o así lo creía; en realidad estaba convencido de ello, o eso quería creer. Recuerdo que una vez mi padre me preguntó qué quería ser de mayor y yo, sin dudarlo un segundo, respondí que de mayor quería ser un adulto. A mi padre la respuesta le molestó, tal vez porque tenía puesta en mí alguna esperanza de mejoría, o de algún atisbo de normalidad; me miró con pena y susurró: 'si no fueras tan listo tal vez serías menos tonto'. Mi aspiración infantil se ha cumplido en parte: físicamente no cabe duda de que soy una persona adulta. El resto de mis facetas, sean cuales sean, aún flotan a la deriva en el limbo indefinido de una niñez perpetua, sin encontrar una salida hacia delante ni hacia atrás, es decir, que ni maduro ni vuelvo al nido, sino que permanezco, indolente, en un ámbito ajeno al espacio y al tiempo, contemplando pasar la vida retrepado en mi desidia mientras mordisqueo un mondadientes.


Las leyes físicas siempre me han parecido un vano intento de ponerle puertas al campo, deseos insensatos de acotar lo infinito, porque nada tiene el poder suficiente para sujetar la imaginación. Ese es mi mundo, el mundo que siempre he habitado: el de los trenes voladores y los dragones miopes; el de los mensajes que viajan en botellas estelares arribando de cuando en cuando a planetas habitados por seres que siempre sonríen; el de nubes de algodón que sueltan lluvia de azúcar y miel sobre campos de refugiados moribundos, y dioses furiosos que aniquilan con los rayos que desprenden sus furibundas miradas a los causantes de tamañas tropelías; el mundo de los ultrasonidos que sólo yo oigo y el de los vientos que cambian su rumbo a mi antojo; el mundo de los árboles que crecen hacia abajo y de los ciervos que persiguen a los leones; un mundo sin leyes ni orden, sin códigos ni sistemas, sin comienzo ni final. Es el mundo que inventé cuando era niño mientras fingía que era sensato lo mejor que podía, pero no me salía bien y enseguida me calaban. Yo era y sigo siendo con orgullo un cabeza hueca, un soñador irresponsable, un aspirante a escritor alérgico a los desencantos. Para servir a ustedes.

Comentarios

pepa mas gisbert ha dicho que…
En cambio yo siempre he sido una persona sensata con bastante sentido común y aquí estamos para servirles a ustedes. No es como somos si no como sentimos.

Un abrazo sr. cabeza hueca (sonrío)

Entradas populares de este blog

Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

La inutilidad de algunos tratamientos

Cuando los padres de Miguelito llevaron a su hijo al psicólogo a causa de unos problemas de adaptación en el colegio se quedaron sorprendidos del diagnóstico: Miguelito era un superdotado para casi todas las disciplinas académicas pero un completo gilipollas para la vida. El psicólogo les aconsejó que no se preocuparan porque esto era algo relativamente frecuente y además se podía intentar solucionar con una terapia adecuada. El niño era un fuera de serie en lo abstracto y un completo negado en lo práctico. Así que se estableció un programa terapéutico que debía dar los frutos deseados en un año a más tardar. Ya desde las primeras sesiones el terapeuta advirtió que los resultados iban a depender en buena medida de la inversión de la gilipollez de Miguelito, que parecía tener más calado psíquico que las habilidades por las que destacaba su mente. A pesar de los diferentes métodos usados por el especialista para frenar lo indeseable y potenciar lo más valioso en la mente del niño, ning...