No hay mérito en sobrevivir al tiempo. Yo llevo más de un milenio en este planeta y no se me caen los anillos por eso, el tiempo no ha hecho mella en mí. Sólo que el tiempo posee una cualidad de devastadores consecuencias para los vivos, y es la paciencia. De entre todos los dones posibles la paciencia es el más valioso. La tienen los chinos y por eso hay que temerles. La paciencia fermenta como lo grandes vinos y el tiempo siempre saca jugo de ella. No se puede combatir con las armas habituales porque se escapa siempre a trote de caballo hacia la eternidad. Pero ahora que lo pienso el tiempo no es un actor sino el escenario, así que hablar de dones no tiene sentido aplicado a un no-ser, pero yo siempre lo he tenido tan presente que se ha vuelto tan familiar como un figurante de comedia barataa un espectador reincidente, Zeus y Júpiter me perdonen. Y ahora explico el sinsentido aparente conque comencé esta ridícula reflexión. ¿Cómo se puede sobrevivir al tiempo? Parece un disparate. Y lo es. Pero tenemos imaginación y, en algunos casos, ilusión. Dos armas que anulan el inevitable e imprescindible escenario temporal, pero que nos ayudan a descojonarnos, si es preciso, de él, a reírnos de su sórdido cometido, a vivir sin la sombría perspectiva del escaso futuro que nos ha sido concedido.
¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...
Comentarios
Lo de sobrevivir al tiempo no me parece raro. Yo creo que la mayoría lo hace, por el bien o por el mal que dejan en el recuerdo. Tú que eres milenario lo has tenido que comprobar.
Un abrazo
Un abrazo.