No sé si reírme o llorar, pero tengo un atasco en mis labores porque no sé cómo coño cambiar el formato de un texto y hacerlo más ancho. Nunca he querido someterme a la tiranía de los ordenadores -ni de ninguna otra máquina-, pero confieso que estoy, aunque no lo quiera, sometido. No se trata de una rabieta de niño perezoso o inepto sino de la constatación tremenda de que lo que hasta ayer tomaba por simple desgana de adentrarme en un mundo en teoría prescindible se ha revelado como la evidencia de que esa apatía hacia lo cibernético camuflaba una inseguridad ante la magnitud incierta de lo desconocido y una carencia de voluntad en mensurarlo. Tengo ante mí un texto de cierta anchura y quiero ajustarlo a las dimensiones de una nueva hoja virtual más grande, y no sé cómo hacerlo. Lo risible o lamentable es que a causa de mi impericia o ignorancia llevo empantanado casi un día -lo juro por Snoopy-. ¿Es justo, oh dioses, este castigo por mi desplante al ‘Progreso’? Reclamo hunildemente una columna de al menos treinta metros en mitad de un extenso desierto en la que, como Simeón ‘el Estilita’ pueda colgar mis muchas y vergonzosas carencias sin someterme al tormento de las risas de los filisteos.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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Un abrazo