Decía Oscar Wilde que es muy difícil acostumbrarse a dejar de ser joven, porque joven es lo que uno ha sido toda la vida. Estoy empezando a comprender el verdadero sentido de la frase. Desde hace algún tiempo mi mundo parece estar convulsionado, es diferente siendo el mismo, se me antoja otro, con matices que antes no apreciaba y que lo transforman por completo, como cuando una mujer se arregla para una fiesta y de repente la ves de otra manera porque parece otra con los arreglos y los afeites, aunque en el fondo siga siendo la misma. Pues de un tiempo acá noto que mis sobrinos, que eran unos macacos hace nada, empiezan a parecerse a los adultos que dentro de poco serán; que mis mayores, hasta ayer mismo adultos lozanos, van perdiendo lustre día a día, tropiezan más, se les olvidan los encargos, encogen y se arrugan. Y yo me siento atrapado entre esos dos tsunamis de la existencia: el que arroja al mundo vida joven y el que se lleva vida vieja. Y me siento descolocado, desubicado, perdido, solo y desnudo, expuesto a las inclemencias del destino, un náufrago del tiempo que trata de ganar la costa de la cordura, sin la protección de mis mayores ni la imposible comprensión de mis sobrinos, a punto de coger un catarro existencial que me puede dejar con una crisis de caballo. Dentro de muy poco, aquellos macacos serán jóvenes adultos con toda la vida por delante, mis amados viejecitos estarán en la sala de espera del último aeropuerto esperando la partida de su vuelo final. ¿Y dónde estaré yo? ¿Qué será de mi? Supongo que seré un adulto lozano a un paso de comenzar a arrugase y encoger, de tropezar con todo y olvidarse de los recados. Al menos, eso espero, porque la alternativa no me gusta nada.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
Comentarios
Que tengas unas felices fiestas y un próspero años nuevo,mi querido amigo.Un fuerte abrazo.
Un abrazo
saludos
No mires espejos ni fotos, solo vive y recuerda. Lo primero necesita un enorme manual de instrucciones (cada cual, al final se fabrica el suyo). Lo segundo es más fácil y ayuda a no dejar de vivir. Además, sirve de entrenamiento para no olvidar los recados.
Un abrazo
Un abrazo.