Un gorrión pequeño que
no sabe volar
que, inadvertida, siente
un calor y un donaire
que solo de joven se
atrevió a soñar
y soñó luna tras luna un
amor sin desaire
un amor de los que no se
pueden prestar
y el sueño se hizo sueño
y cobró su propio aire
y el mundo se hizo mundo y
no hubo marcha atrás.
Nací yo, qué queréis,
ya que nacer no es poco
un proceso dotado de
irreversibilidad
y un foco iluminó aquella
noche a mi madre
un foco de ciencia pura de
maternidad.
Hoy un gorrión de nuevo
le pregunta imposibles
preguntas que de vanas desaparecerán
y mi madre responde lo que
sabe del mundo:
su sonrisa, mi llanto y un
gorrión que ha de llegar.
Comentarios